“Quizás la semilla que aquí siembro no nazca hoy; pero muero seguro de que algún día nacerá. No faltará entonces un buen alma que diga ¡pobre hombre!” Roque Bárcia

domingo, 12 de diciembre de 2010

El buen corregidor. Isla Cristina y su alcalde

II

Hacer del desierto una joya urbana, centro fabril importantísimo, creador de fabulosas riquezas que prodiga el mar de su abundante tesoro, es obra ya meritoria para la Humanidad; pero lo es más cuando esta condición de un pueblo lleva como característica la virtud de la perseverancia cristalizada en su amor intenso y profundo hacia el suelo de sutiles arenas que el mar, pródigo de riquezas, le diera como sustentación de su belleza ciudadana.
    Isla Cristina es bella, de una belleza juvenil y virginal desconocida de la mayor parte de los españoles.
    Esta isla debiera llamarse “Isla del Pozito”, sin que nuestro propósito sea enmendarle el yerro cometido por sus primeros pobladores al denominarla La Higuerita, porque al pie del tronco de un árbol de esta especie botánica, allá por el año de 1757, el catalán José Faneca abriera un pozo para atender sus necesidades en el desierto de arena que formasen seguramente grandes mareas del Atlántico en este rincón meridional de la Península Ibérica.
    Isla Cristina, la joyita de la provincia de Huelva, debe reflejar su lindo rostro sobre el vasto espejo nacional para que los españoles puedan gozar de sus múltiples naturales encantos, y los elementos directores de nuestra sociedad solícitos a fomentar el desarrollo de su riqueza industrial, como merece por sus magnas proporciones y en justa reparación al esfuerzo perseverante de sus hijos amorosos.
    Por atavismo histórico, Isla Cristina padecía de la escasez del principal elemento indispensable a la vida, a la industria y a la higiene: el agua potable. Esa virtud antes referida subsanó el defecto aparente de la naturaleza y la voluntad de un buen ciudadano dio a la Isla Cristina el complemento de su natural belleza. Hoy, los pozos artesianos abundan y el agua no escasea, permitiendo el laboreo industrial con toda clase de garantías sanitarias.
    Actualmente se realizan importantes obras de saneamiento de marismas, en las que se edificarán modernas construcciones. Tiene Isla Cristina una fundación educativa titulada “Grupo escolar de Nuestra Señora de los Angeles”, y de la que más adelante hablaremos con toda la extensión que la obra merece; una biblioteca pública municipal con más de 4000 volúmenes; fuentes públicas alimentadas por pozos artesianos; un batallón infantil en donde se inculca a los niños el amor más grande e inmaculado: el de la Patria excelsa...
    Y toda esa labor ciudadana se debe a su meritísimo alcalde, al excelentísimo señor D, Román Pérez Romeu, apellido ilustre que simboliza y encarna el amor más intenso, puro y altruista por eso que hemos dado en llamar “patria chica”. Este alcalde modelo, que ofrecemos a la masa general de nuestros malos administradores, a más de cuidarse de atender a la fortaleza cultural de su pueblo, ha costeado de su pecunio particular, sin tocar para nada al presupuesto municipal, esas obras ya mencionadas, y de las que, según hemos prometido, hablaremos.
El grupo escolar de Nuestra Señora de los Angeles. Enseñanza e Higiene
Vista general del grupo escolar
    El grupo escolar graduado, costeado por D. Román Pérez Romeu, se levanta en la parte sur del pueblo. El edificio, magnífico, suntuoso, consta de tres cuerpos. El centro, dedicado a Capilla, en la que se venera un Nazareno, artística imagen obra del escultor Sr. Alsina y a los extremos las clases, instaladas todas ellas, desde las de párvulos a las de adultos, con arreglo a los últimos adelantos pedagógicos.
    El ilustre filántropo Sr. Pérez Romeo, que fundara estas escuelas en memoria de su hermano D. Angel, arrebatado a la vida en plena juventud, ha querido que en el referido centro docente no sólo no se careciera de nada que fuera preciso para la enseñanza, sino tampoco para la higiene.
Vista  de una de las aulas del grupo escolar
    Museos de historia natural y de mineralogía; laboratorios de física y química; mapas en relieve, última palabra de la ciencia moderna de enseñanza; máquinas de escribir; aparatos de radiotelefonía..., duchas, baños, jardines. Pudiera decirse del fundador de estas escuelas que ha cuidado tanto de los elementos culturales precisos para hacer hombres de provecho como de que esos futuros hombres se enteren de que la higiene del cuerpo es tan precisa como la del alma.
    Al frente de esas escuelas, que bien pueden calificarse de modelo, figura un competente y nutrido cuadro de profesores que harán, a buen seguro, de los doscientos niños que allí se educan, hombres que mañana sabrán agradecer los desvelos de sus maestros y que tendrán, con el recuerdo de la niñez, el que se merece el fundador de este grupo escolar, “isleño”, bueno y generoso que, olvidándose de las comodidades que pudiera disfrutar por su situación social y económica, siempre estuvo dispuesto a la realización de una obra que redundará en beneficio de los desheredados de la fortuna.
La biblioteca pública municipal. Número de volúmenes. Algunos autores
En el edificio en que está instalado el Ayuntamiento de Isla Cristina se ha habilitado una espaciosa sala destinada a biblioteca pública municipal.
    El Sr. Pérez Romeo, deseoso siempre de proporcionar a las clases trabajadoras de su pueblo medios de instrucción y recreo, ha fundado este magnífico centro cultural, donando libros en número de 4000 y adquiriendo aquellas obras que van publicándose y que por su importancia merecen aposentarse en los estantes de la biblioteca municipal de Isla Cristina.
Biblioteca pública municipal
    Para que nuestros lectores puedan darse una idea del espíritu artístico del generoso donante, vamos a dar una relación de los principales autores cuyas obras figuran en esta biblioteca:
    Alarcón, Altamira, todas las obras teatrales de los hermanos Quintero y de D. Jacinto Benavente; la colección completa de los “Episodios”, de D. Benito Pérez Galdós; varios volúmenes de “Azorín”, Vital Aza, Victor Balaguer, Roque Barcia, el ilustre isleño; Eusebio Blasco. Pío Baroja, Vicente Blasco Ibáñez, Aristófanes, Balzac, Bretón de los Herreros; la colección completa de artículos del insigne Burell; César Cantú, Campoamor, Julio Camba, Cansinos, Emilio Carrere.
    Todos los discursos y artículos de D. Emilio Castelar, Mariano de Cávia, Miguel de Cervantes, con su “Quijote” y “Novelas ejemplares”; padre Coloma, Ramón de la Cruz, Luis Calpena, D’Annunzio, Joaquín Dicenta, el Dante, Alejandro Dumas (padre e hijo), José Echegaray, Eliseo Reclus, Esquilo, Eurípides, Fernández Flórez, fray Luis de León.
    Varias novelas de Frontaura, Ghiraldo, Máximo Gorka, Guy de Maupasant, Victor Hugo...
    La “Historia” de Lafuente, obras del académico Ricardo León, Lamartine, Linares,
Rivas, López Pinillos, López Marín, Pedro Mata, Enrique de la Mesa, Palacio Valdés, Pereda, Ramón y Cajal, Peña y Goñi, Rusiñol, Rubén Darío, Villaespesa, Zorrilla, Tolstoi, Ventura de la Vega, Zola, Rodriguez Marín...
    Complementan esta soberbia colección varias obras de consulta, los diccionarios Hispanoamericano y Espasa y todos los periódicos y revistas españoles.
    A la biblioteca, que está abierta al público todo el día, acude gran número de lectores, facilitándose los ejemplares por medio de papeleta y contraseña, exactamente igual al procedimiento que se emplea en la Biblioteca Nacional.
    Y antes de terminar esta parte de nuestra información, queremos rendir desde estas columnas un tributo de agradecimiento al bibliotecario D. José Méndez Pérez por las atenciones que tuvo para con nosotros durante la visita que hicimos al centro que con tanta competencia dirige.
El relleno del “estero” sur y el progreso de Isla Cristina
La firme voluntad de Román Pérez Romeo, y el auxilio que en esta magna empresa le prestan prestigiosos elementos isleños, ha realizado el milagro de extender el pintoresco pueblo de Isla Cristina en un centenar de metros, robados al mar, que había convertidos esos terrenos en insanas marismas.
    Esos terrenos, convertidos ya en sólido pavimento, son el mejor mentís para aquellos que al iniciarse las obras, quizá guiados por inconfesables propósitos, lanzaron a los cuatro vientos el fracaso del proyecto.
    Próxima está la terminación del relleno de las primeras parcelas que constituyen la base de la obra, en la que se une la primera punta, denominada El Caimán, con Isla Cristina, y de seguir con igual rapidez a nadie se le ocultará que en breve plazo quedará terminado este proyecto, de una trascendencia para el engrandecimiento de este pintoresco rincón ibérico.
    Aún no se han terminado las obras, y apenas el subsuelo ha adquirido alguna consistencia, ya se están levantando edificaciones en lo que aún no hace diez meses era un “estero” invadido por las aguas. Esto demuestra claramente la necesidad existente de terreno para edificar, con lo que más tarde será descongestionado el casco de población, en el que tienen asiento diferentes almacenes industriales, con perjuicio para el alojamiento de muchas familias, que hoy viven completamente hacinadas.
    Edificios destinados a la industria se levantarán en los terrenos hoy en obras, y en esos mismos terrenos está el resurgir de Isla Cristina.
    Fábricas, muchas fábricas hacen falta, para que cuando llegue la temporada de pesca, con sus días de abundancia, no se pase por el dolor de ver mal vendidos los productos de infinitos esfuerzos realizados por los pescadores isleños... Muchas, muchas fábricas hacen falta para que sea más intensa la fabricación de conservas y se introduzcan en ellas nuevos procedimientos que exigen los mercados consumidores, y que en otras regiones les sirven.
    Las industrias conserveras de Isla Cristina pueden considerarse en la fecha actual de rudimentarias, y es doloroso que, ocupando topográficamente una de las más envidiables situaciones para la pesca, no se salga de la rutina y se adopten procedimientos modernos de fabricación que consientan la lícita competencia con otros mercados, que sin las primeras materias, pero sí con un espíritu comercial lo suficientemente ponderado, están a punto de adueñarse de esta importantísima ramificación de la producción española.
    La juventud isleña, que no dudamos dispone de energías e iniciativas, tiene ocasión ahora de hacer de su patria chica una envidiable población, nutriendo además con ello los particulares intereses.
El hotel Alfonso XIII. Un magnífico proyecto
Indudablemente, una de las preocupaciones que asaltan al viajero a su llegada a Isla Cristina es la importantísima del alojamiento. Hay tres hoteles, o mejor dicho, hospedajes, de tan reducidas proporciones, que sus dueños, para medio defender el negocio, se han visto precisados a colocar en cada habitación dos, tres y hasta cuatro camas. Y naturalmente, el viajero que no entre en sus cálculos aceptar la compañía nocturna de uno, dos o tres compañeros de alcoba, no tiene otro remedio que o pasar la noche en el patio balanceándose en una mecedora, o marcharse de Isla Cristina.
    El Sr. Pérez Romeu, al corriente de lo que ocurre con los alojamientos, y conocedor de la importancia que para un pueblo tiene esto, ha ideado la construcción de un magnífico hotel, que dentro de pocos meses se inaugurará con el título de hotel de Alfonso XIII.
    Este hotel, que a juzgar por los planos que hemos visto será verdaderamente suntuoso, constará de tres pisos y de 50 ó 70 habitaciones, todas ellas dotadas del confort moderno.
Obras de urbanización. El paseo de las Palmeras
    Merced a las gestiones incansables del alcalde de Isla Cristina, Sr. Pérez Romeu, los Poderes públicos concedieron la anexión de la barriada de Puente Carrera –hoy de Pérez Romeu- , que pertenecía al término municipal de Ayamonte.
    Esta barriada, integrada casi toda ella por elementos obreros que trabajan en las fábricas de Isla Cristina, y a dos kilómetros de esta ciudad, estaba, por su distancia de Ayamonte –nueve kilómetros-, abandonada totalmente.
    Un enfermo pobre recibió asistencia facultativa a los dos días de iniciarse la enfermedad, y la adquisición de medicinas y documentos oficiales se hacía con verdadera molestia. Los trabajos para la anexión a Isla Cristina tuvieron feliz resultado, y desde hace unos meses los habitantes de la barriada tienen asegurada con toda rapidez la asistencia médicofarmacéutica. A estas ventajas todos los habitantes de la barriada han querido corresponder, variando el título con que antes era conocida por el de su ilustre bienhechor Sr. Pérez Romeo.
    En la urbanización de Isla Cristina también ha trabajado mucho y con provecho su meritísimo alcalde. Se han pavimentado todas las calles, sustituyendo los guijarros por cómodas losetas de cemento. Se han construido hermosos jardines, como el paseo de las Palmeras y el de Cánovas del Castillo... Se ha realizado lo que parecía imposible: la reforma de la plaza de la Constitución, dándola el aspecto alegre de estas soñadoras plazas andaluzas.
El alcalde de Isla Cristina, D. Román Pérez Romeu
    Se ha creado una Casa de Socorro, dotada de un completísimo y moderno instrumental quirúrgico... Se han inaugurado fuentes públicas... En fin, se ha hecho durante la gestión de este alcalde modelo, que no llega a seis años, una labor tan intensa, de una utilidad tan palpable y de una administración tal honrada, que no es extraño que sus convecinos le hayan nombrado corregidor vitalicio de la tierra que le vió nacer y que tanto ama.
    Isla Cristina, Ayamonte, Cartaya, Lepe, Gibraleón... todos esos pueblos han cursado telegramas y telefonemas solicitando para el alcalde de Isla Cristina la concesión de un título nobiliario, que premie su gestión honrada como alcalde y como patriota.
    La Prensa de Huelva, sin distinción de matices políticos, ha hecho la misma petición. El períodico “El Diario de Huelva”, en su número del día 3 del corriente, decía con este título:
    “EL CONDADO DE ISLA CRISTINA
    La iniciativa del semanario cartayense, “Siempre Adelante”, secundada con entusiasmo por los isleños y por cuantos sienten simpatía por el bondadoso alcalde de Isla Cristina, D. Román Pérez Romeu, ha tenido un final halagüeño.
    Todos los pueblos de la provincia, estimando que la petición del condado de Isla Cristina era una justa merced para el señor Pérez Romeu, han actuado como un solo hombre, y todos, sin excepción, han elevado al trono, al Gobierno, la más respetuosa y la más sincera de las demandas, por reconocer que la dádiva es justa, mucho más si se tiene en cuenta que en los tiempos presentes es muy difícil, acaso imposible, hallar hombres con el temple moral del alcalde isleño, que no sólo ha hecho grande a su pueblo, sino que sin él el engrandecimiento mercantil no se hubiese conseguido en tan poco tiempo y con tantos beneficios.
    Y así se explica que cuando “Siempre Adelante”, haciendo honor a su nombre, inició la propaganda, ésta fuera acogida sin recelos y que todos se aprestasen a secundarla con bríos y con alteza de miras.
    Hoy, primero de abril, ya tendrán el monarca y el presidente del Directorio varios centenares de telegramas de los que significan fuerza, vitalidad, autoridad y decencia en la provincia, pidiendo a ambos la concesión del Condado de Isla Cristina para D. Román Pérez Romeu. Este esfuerzo de todos bien a las claras dice lo merecido que el candidato a ingresar en la nobleza es merecedor de lo que todos con entusiasmo pedimos”.
Para terminar. Nuestra información gráfica
    Las fotografías que ilustran esta información son prueba evidente de la asidua e intensa labor realizada por este patricio ejemplar en interés de su pueblo, en beneficio de su patria, despreciando siempre el sacrificio de los intereses económicos particulares en holocausto de los de su patria chica y de sus convecinos y paisanos.
    Estas líneas son testimonio de sus desvelos, supliendo con su hacienda las faltas en la economía municipal para dotar al vecindario de comodidades, higiene, saneamiento y otras atenciones vecinales, de las que carecen muchas ciudades españolas de primer orden.
                                                                                  ARTURO
Isla Cristina, 25 de abril de 1925                   (Foto. Salcedo.)
                            HERALDO DE MADRID

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