“Quizás la semilla que aquí siembro no nazca hoy; pero muero seguro de que algún día nacerá. No faltará entonces un buen alma que diga ¡pobre hombre!” Roque Bárcia

miércoles, 20 de octubre de 2021

Una estrella de tres puntas

                  ¡Bendiga Dios a quien tenga el anhelo de saber para ser justo!

                                                                            Roque Bárcia

Se dice que las estrellas simbolizan a nuestros difuntos y se posicionan en el firmamento para siempre. Ellos velan desde arriba a la Tierra. De hecho, si nos situamos décadas atrás, veremos que en las pinturas de las paredes de las tumbas de muchos faraones se representaban las estrellas.”

“En las creencias de muchos pueblos, las estrellas son las almas de los difuntos que han quedado colocadas en el firmamento para siempre.”

“La triqueta o triquetra, más tarde llamada también triquel, es un símbolo de origen indoeuropeo que alude a la triple dimensión. También simboliza la vida, la muerte y el renacimiento (vida, muerte y reencarnación, para los celtas).”

    Adoptaremos a modo de introducción, estimados lectores, los párrafos anteriores extraídos de la inagotable fuente de Internet, para presentar tres estelas fugaces, tres breves pasajes de vida, muerte y reencarnación de  Roque Bárcia Martí, español, andaluz, de Isla Cristina, ahora que, en su viaje infinito por el Universo, por él venerado hasta la exaltación, convertido en ya polvo estelar, habrán transcurrido dos siglos de su nacimiento.

Primera estela, pasaje de vida.

        Vida atormentada por poderosos enemigos, políticos y religiosos en perversa conjunción, usuarios de cuerpos trabajados, conductores de almas oprimidas; enemigos implacables de cultura y democracia.

       Nos situaremos, pues, es esa primera estela para transportarnos hasta el pueblo de Aljaraque y será el recuerdo de un niño agricultor de Aljaraque, —Modesto Sánchez Ortiz—, convertido en afamado periodista  quien, casi cincuenta años después del fallecimiento de Roque Bárcia Martí, sobrevenido en 1885, recordaría así al amigo de su padre —Simón Sánchez Díaz—:

       “En correspondencia para el caso, con mi padre, un día de abril de 1866, fue mi padre a esperarle, entre once y doce de la noche, a un sitio estratégico de Aljaraque.

        Nosotros vivíamos en aquel pueblecito del estuario de Huelva; y mi padre, que constantemente me había puesto de ejemplo a Roque Barcia para estimularme al estudio, me llevó de la mano a esperar al agitador, al Cabezo de la Laguna.

        Llegó el famoso revolucionario, y en nuestra casa descansó y cenó. Una hora después en caballerías de nuestra casa, se puso en camino, a paso castellano del cuadrúpedo, y acompañado de espolique, para ganar la frontera de Portugal (cinco leguas) antes del amanecer.

Segunda estela, pasaje de muerte.

Sepultura de Roqué Bárcia Martí
en la Sacramental de San Lorenzo
y San José (Madrid)
       Alejado de la Política, finalizado su exilio en Francia, Roque Bárcia retorno a   Madrid, dedicándose  a la preparación y publicación de una magna obra: El   primer Diccionario General  Etimológico de la Lengua Española. Esta vez, su   obra no recibió la respuesta de la condena a la hoguera de su obra y de la   excomunión de su alma, sino el silencioso reconocimiento de sus adversarios,   siendo adquirida su obra para su distribución en instituciones públicas.

     El relato de Modesto Sánchez Ortiz continua así: “...Reintegrado Roque   Barcia a Madrid para publicar su Diccionario, en su domicilio de la calle de   Juanelo18, segundo, le visité por encargo de mi padre.

     Roque Barcia era algo sordo, y le faltaba la rama derecha de la mandíbula   inferior, resultando su fonesis un poco gangosa y su mirada, recelosa un tanto.

     Cuando le visité, un anochecer de noviembre, neblinoso y frio apareció en la     sala   de su casa envuelto en batín y en recelo. Yo me había anunciado en estos   términos: “Diga usted a don Roque que le traigo una visita de La Redondela”.   Se figuró que la visita procedía de mi tío Casimiro, de quién estaba tan   distanciado espiritualmente como enemistado con mi padre.

       Deshecha la confusión, don Roque saltó del recelo a la efusión. “¡Ah! ¿Pero tú eres hijo de Simón?”. A mi afirmativa, don Roque me dio un abrazo, y con toda ternura: “Chacho” me dijo, que era el tratamiento que se daban don Roque y mi padre.

    De la calle Juanelo trasladó don Roque su domicilio a la calle de Atocha. Viviendo allí, publicó su Diccionario.

     ...Muchas tardes visitaba yo a don Roque, y oía de él referencias de sucesos de su vida agitadísima y consejos literarios. “Chacho –me decía, por ejemplo‒ (yo era entonces redactor de “El Correo), nunca pongas la pluma en el papel sin ver antes en tu imaginación, como escrito en un encerado, todo lo que vas a escribir”.     ...Allá por el ochenta y tantos, murió Roque Barcia… Yo también lloré, velando su cadáver…”

                                        MODESTO SANCHEZ ORTIZ

                                        Madrid, febrero de 1933.

Tercera estela, pasaje de reencarnación.

[Reencarnación, según DLE: En referencia a seres o espíritus que vuelven a tomar forma corpórea.]

La estrella posada de Roque Bárcia en el
doscientos aniversario de su nacimiento

        El día estaba claro; la primavera se anunciaba ya en un Madrid perturbado; el camino incierto entre tumbas respondía con leves crujidos a mis pasos anhelantes de respuesta. Cuando alcé la vista, un tanto impaciente por no encontrar a quien buscaba entre tantos marmóreos mensajes de despedida eterna, supe, no sé por qué, que mi encuentro se produciría en breve.

        En efecto, dos imponentes cipreses, dos columnas del templo sagrado, firmes soportes de la bóveda celestial, se erguían ante mí y, a modo de elegante saludo, en reverencial acogida, parecían inclinarse levemente, en cortés sintonía con el viento azul y velazqueño.

        Con la piel erizada, conteniendo la respiración, acepté la invitación de tan silenciosos guardianes y recorrí con premura, sorteando las pétreas moradas, el espacio que me separaba de ellos.

       A sus pies, por fin, después de muchos años de haber soñado con ese momento, encontré la sepultura cristiana de Roque Bárcia Martí, negada sesenta y ocho veces durante su estancia en este mundo, en su mundo hostil y reaccionario a sus ideas sociales, a su pensamiento cristiano.

         Tampoco  sé por qué afloró en mi memoria aquel título de la obra de J. M. Gironella: “Los cipreses creen en Dios”, relato censurado, primero; premio nacional de Literatura, después, sobre la división entre españoles, previa a la contienda civil.

          Una luz cristiana de piedad, quizás también de admiración y respeto compartido, fue determinante para que tú, Roque Bárcia Martí, te reencarnaras, por obra y milagro, por la pluma registral y el deseo de anónimas personas, en el cuerpo frio y yaciente de tu padre, Roque Barcía Ferraces de la Cueva, quien te prodigó amor paternal en vida y te cedió después su nombre en el salvoconducto cristiano hacía las estrellas, hacia el Dios que tantas veces imploraste.

         Descansa en Paz, Roque Bárcia, ¡pobre hombre!                                  

                                                                 Antonio Carmona / Pablo Caballero

Roque Bárcia Martí, in memoriam 

Doscientos aniversario de su nacimiento

 

                                                                                                      

                                                                                        


 

lunes, 28 de julio de 2014

LA HIGUERITA, CIEN AÑOS







Antonio Carmona / Pablo Caballero

LA HIGUERITA,
CIEN AÑOS

Roque Bárcia Ediciones
2014



Edita: Roque Bárcia Ediciones
Correo electrónico: roquebarciaediciones@gmail.com
Blog: roquebarciaediciones.blogspot.com
Antonio Carmona / Pablo Caballero
Ilustraciones: Roque Bárcia Ediciones 
I.S.B.N.: En tramitación
Depósito legal:  H 157-2014
Imprime:  Imprenta Isleña C. B.



A Rafael López Ortega, Director del periódico La Higuerita desde 1985


LA HIGUERITA,
CIEN AÑOS
(Prólogo)


“La Higuerita” cierra
Con este titular, recibían los lectores del decano de la prensa de Huelva y su provincia la que debería de ser su última tirada. Esto ocurría allá por el verano de 1985 en Isla Cristina.
“EMOCIONADO ADIOS A NUESTROS LECTORES”
Y con esta cabecera despedía con elegancia, la familia Rubio, la propiedad y dirección del periódico isleño, mantenidas durante setenta años. Atrás quedaban todos los valiosos recursos, materiales y culturales que, durante siete décadas, esta familia había puesto al servicio de la sociedad isleña.
   Tristeza, inmenso dolor, adiós sin acritud, satisfacción por la obra, agradecimiento a los lectores... emocionadas -emocionantes‒ palabras de despedida final, con un poso de amargura.
  También, indiferencia, un sentimiento expresado de soledad y silencio político ante el naufragio inminente, y una pregunta: si mereció la pena, antes del adiós final.
   La respuesta fue dada apenas tres semanas después al pueblo isleño y a sus gobernantes y mantenida durante los treinta años siguientes, hasta hoy, para hacer a LA HIGUERITA, centenaria. Su autor, Rafael López Ortega, isleño, acompañado en el proyecto por un exiguo equipo de colaboradores.
    Cien años atrás, en el verano de 1885, otro isleño, Roque Bárcia Martí, dejaba este mundo, despedido en su postrer viaje con el dolor de Modesto Sánchez Ortiz, también onubense, de Aljaraque, de padres redondeleños. Personajes singulares, que, entre otras actividades, ejercieron el periodismo como redactores y directores de Prensa (*).
   Cuando LA HIGUERITA de 1915 es ya árbol centenario.
   Cuando la clase política, salvo excepciones, sigue siendo indiferente, cuando no destructora de la Cultura.
   Cuando vagos y vividores, enquistados en el poder, son generadores de escándalo, primero; de hastío e indignación de la ciudadanía empobrecida y crispada, después.
   Cuando desde las instituciones, como hace dos siglos, se disfraza el grave panorama social y económico, fomentando hasta el paroxismo el estéril desahogo del pueblo con pólvora, verbenas, romerías, carnavales, ferias, toros y balompié.
   Cuando la ilusión ciudadana de progreso y modernidad en libertad es sepultada por la retrocesión y la obsolescencia decididas desde el poder omnímodo vigilante.
   Cuando el capitalismo de libre mercado es sustituido por la dictadura del capitalismo endiosado y protervo, arquitecto del desequilibrio social, promotor de  la miseria.
   Cuando podemos asomarnos a la cotidianidad secular isleña en LA HIGUERITA ahora digitalizada por ejemplar acuerdo entre partidos, periódico y la Diputación de Huelva.
   Cuando todo esto ocurre, posiblemente ya avanzada la noche, Rafael López Ortega trabaje incansable en la próxima edición de su periódico.
   Posiblemente, ocupe algún tiempo de la madrugada en reflexión sobre la continuidad de su proyecto, iniciado treinta años atrás, y se pregunte –como su antecesor‒ si está mereciendo la pena.
   Posiblemente encuentre el mecenazgo y la comprensión suficientes de su línea editorial, en tiempos difíciles, si no críticos, para los periódicos en papel... posiblemente.
   Nosotros, desde esta editorial, Roque Bárcia Ediciones, así lo queremos.

(*). El lector de este relato podrá encontrar algunos apuntes de sus vidas, vinculadas por la amistad entre sus familias, que esta editorial –Roque Bárcia Ediciones‒ ha recogido y publicado, en el año 2013, con el título de: Roque Bárcia: LUCES RECOBRADAS.


LA HIGUERITA,
CIEN AÑOS

En estas consideraciones y lecturas me encontraba inmerso, en el albor de la madrugada, cuando abatido por la fatiga me entregué a la nada en profunda ensoñación.   Allí me vi rodeado por el infinito silencio de la soledad infinita, suspendido en el vacío sobre el templo del dios del Tiempo, erigido con miles, millones de años, de siglos superpuestos y trabados a modo de grandes bloques de piedra, en imponente arquitectura de muros paralelos y abismales –el pasado y el devenir‒, unidos por la  cadena de eslabones enlazantes del efímero tiempo presente.
   Desaparecía la cálida estrella, aferrando, sin conseguirlo, sus postreras luces en la remota línea del horizonte.
   El éter, en su paleta de azules, se engalanaba por momentos con indescriptibles violetas, mientras un espejo lunar se recreaba pareciendo flotar.
   Caía el negro ropaje de sorprendidas tinieblas ante el imponente plenilunio, descubriendo el claroscuro de una figura humana que, desafiante, se erguía con esfuerzo y cautela, mientras trataba de avanzar con meditados pasos por el estrecho sendero de la cadena del Tiempo.
   Allá, en la lejanía terrenal, una mujer, su gran compañera, su mejor colaboradora, su esposa, en abnegado silencio, en expectante vigilia, en compartida fatiga, esperaba en su Ítaca el regreso del viajero, presta su mano a la caricia del reencuentro, presto el bálsamo aliviador de las secuelas del camino.
   En el cenit de su lucha reestabilizadora contra las leyes de la gravitación universal y de la física de fluidos, de la caída al vacío y del empuje de los  vientos, de la fría indiferencia y la miserable coacción, invocaba, ante tantas tribulaciones, al buen Dios para darle fuerza a sus fatigados pies y concentración a su mente saturada de preocupación, y así poder proseguir por la movediza senda periodística.
   Alguien pareció escucharle, pues un viento, a la par cálido y estimulante, suave pero firme, estabilizador y reconfortante, le impulsaba en su camino, trayéndole, con un lenguaje muy próximo, la voz cultivada y amistosa de  dos siluetas en la lejanía.
   Desaparecidos el vértigo de su alma y el cansancio del cuerpo, miró hacía el abismo, recreando la vista y el oído, mientras escuchaba una voz entrecortada, algo cascada por la edad y el infortunio, de alguien que pareciese estar a su vez escribiendo éstas sus palabras:
En la parte mas meridional de nuestro país, rayando con los Algarbes de Portugal, enfrente de la Isla de San Bruno, casi rodeada por un brazo del Océano Atlántico, como una roca que se deja ver en medio del mar, existe hoy una Colonia que fundaron en el siglo pasado varios comerciantes catalanes. Por un milagro de la industria, de la diligencia y del deseo del hombre, al lodo sucede la tierra, la marisma se torna en piso firme, y sobre aquellos incultos terraplenes casi al nivel del mar, se levantan algunas casas de negociantes y varias chozas de pescadores. Arriba, cielo; abajo, agua salada; agua salada alrededor; agua salada por todas partes. El agua salada es su campo; las playas son sus bosques; los arenales, sus praderas; las redes, sus arados; la pesca, su mies. Ese mar inmenso y solitario; ese mar grandioso y solemne, ese Océano prodigioso, esa sublime y asombrosa creación de Dios, es toda la herencia de los hombres que habitan esas casas y esas chozas. Al pie de las borrascas nacen; al pie de las borrascas mueren; el huracán que mueve la cuna del niño, azota el sepulcro del anciano. (Roque Bárcia)
   El caminante identificó desde la altura el lugar descrito como el suyo de nacimiento, no sin alguna dificultad por la escasez de luz y las heridas infringidas por el desarrollismo a la naturaleza primigenia.
   Mientras trataba de identificar con cierta nostalgia los primeros espacios de su infancia, en otra ráfaga de viento ‒compensador de las fuertes rachas desestabilizadoras, que desde algún teléfono prepotente de algún fontanero de algún oscuro despacho político, le habían azotado recientemente durante su recorrido‒ viajaba otra voz, menos cargada en años que la anterior, con cercano acento y también cultivada expresión, pareciendo  dirigirse a él en el espacio inconmensurable:
Yo quiero una Prensa verdaderamente, absolutamente, constantemente independiente de la miseria y de la codicia; que, sin olvidarse de que es oficio, tenga siempre presente por convicción honda y sin miedo á la chacota de los necios, que es magisterio y sacerdocio; que sin olvidarse de que es empresa industrial privada, recuerde constantemente que es obra moral pública de nuestra nación, de nuestra España.
En la acción de  la Prensa pongo mi esperanza. (Modesto Sánchez)
   El caminante, reconfortado por tan prodigioso encuentro,  con paso firme y decidido, afrontaba aliviado los últimos eslabones de la cadena del Tiempo, para vislumbrar el último de los primeros cien años de LA HIGUERITA.



LA HIGUERITA,
CIEN AÑOS
(Epílogo)
Treinta años al frente de un periódico es un referente excepcional de equilibrio y tenacidad.
   Treinta líneas también ‒ni una más, ni una menos‒, entresacadas de la obra de dos ilustres autores y colegas suyos ‒Roque Bárcia y Modesto Sánchez‒ como símbolo de apoyo y acompañamiento a su director en un relato surrealista.
   Realidad, fantasía, sueño, vigilia, ¿que más da?: vemos lo que soñamos y soñamos lo que no vemos.   
   Treinta palabras, pues,  para concluirlo: vehículo de expresión del reconocimiento a Rafael López Ortega y a todos los colaboradores que creyeron en su proyecto y lo acompañaron o acompañan en su viaje hacia lo desconocido.
    Y el brindis final, conmemorativo, traído desde las islas afortunadas a esta otra que sueña para serlo.    
                                   Antonio Carmona / Pablo Caballero

Brindo
Brindo por el periodismo
que se ejerce sin dobleces
que no se vende a intereses
y es siempre fiel a sí mismo.
Brindo por el heroísmo
del periodista que hostiga
la corrupción, la intriga,
el dolor o  la maldad
y que cuenta la verdad,
aunque duela que la diga.

Brindo por quien
día a día trabaja
pero en la sombra,
por esos que nadie nombra
por que sin ellos, ¡qué habría!
Los que tienen nombradía
suelen alcanzar honores
pero estos trabajadores
no tienen más recompensa
que ver que llega la prensa
a manos de sus lectores.

Y brindo por el lector
a la prensa diaria fiel
por él que lee el papel
o enciende el ordenador
por el que tiene el rigor
de cribar la letra impresa
por aquel que se interesa
en juntar varias versiones
para sacar opiniones maduras
en su cabeza.

Y brindo por esta tierra
por su paisaje y su gente
y por la prensa que cuente
lo bueno y malo que encierra.
Por la humanidad que yerra
si se entrega a la avaricia
pero que tras la justicia
hallará el rumbo, seguro.
Y brindo porque el futuro
sea una buena noticia.
             Yeray Rodríguez


Este relato, se terminó de imprimir en Julio de 2014, en conmemoración del centenario del periódico LA HIGUERITA, decano de la prensa onubense.
 

jueves, 4 de julio de 2013

Roque Bárcia: LUCES RECOBRADAS


   En Isla Cristina, dos años después de la publicación del primer libro de la editorial Roque Bárcia Ediciones -Recuerdo de una Memoria Olvidada- dedicado a Roque Bárcia Ferraces -padre de Roque Bárcia Martí, fundamento esencial y principal de la creación de la editorial y de este blog-, proseguimos la aventura editorial para publicar esta obra, fruto de y recompensa a la tarea investigadora -iniciada y casi completada muchos años atrás por Antonio Carmona- y divulgadora ahora de la vida y de la obra de Roque Bárcia Martí. A él dedicamos esta obra, que aportará, a sus lectores, una visión más próxima del personaje y del entorno familiar y social en que transcurrieron los primeros años de su existencia. Años no exentos de tragedia personal y familiar, a la que Roque Bárcia Martí se enfrentó y superó, no sin que la compañia de profundas y tempranas cicatrices se instaurasen, ya para siempre en cuerpo y alma. Duro recordatorio, para el gran luchador, de tan dramáticos lances del destino, vividos ya desde la temprana edad de los nueve años.
Descubriremos, en su lectura, la relación vecinal, profesional y afectiva de los Bárcia y la familia de los Sánchez, a quienes dedicamos la otra mitad de esta obra -editada anteriormente en el períodico "La Higuerita" de Isla Cristina-, saga de grandes periodistas, que continua y se proyecta en Fernando Sánchez Dragó, descendiente directo de Simón Sánchez Díaz, su bisabuelo, onubense nacido en La Redondela y vecino de Aljaraque.
                                Antonio Carmona / Pablo Caballero

jueves, 24 de noviembre de 2011

¿Quién es Roque Bárcia?


Ha transcurrido apenas tres años desde que mi ignorancia del personaje me impulsó a hacer esa pregunta.
La persona a quién se la dirigía me miró con cierta sorpresa complacida en su semblante y, con naturalidad y conocimiento de varias décadas de investigación -vocación solo interrumpida por sus ocupaciones profesionales-, me habló con emoción de su paisano, isleño como él, aunque Roque Bárcia Martí hubiese nacido circunstancialmente en Sevilla.
Desde entonces, muchos y buenos ratos de conversación desembocaron en una amplia colaboración investigadora y editorialista: Iglesias, archivos, juzgados, periódicos e imprentas, han sido algunos de los escenarios recorridos, acompañando a Antonio Carmona en su labor investigadora y divulgadora de la vida y obra de este personaje universal, poseedor de respuestas -en clave humanística, social y política- hasta hoy enmudecidas por los espurios poderes del siglo XIX español.
Recogemos aquí, el texto fotografiado de la colaboración periodística que Antonio Carmona publicó en LA HIGUERITA -decano de la prensa onubense- meses antes de que mi curiosidad sobre el personaje fuese por él satisfecha.
Sin duda, los lectores podrán encontrar claras respuestas del pasado a algunas de las preguntas que, como ciudadanos comprometidos, ocupan nuestras mentes en el confuso presente.
                                     Pablo Caballero




sábado, 17 de septiembre de 2011

La Perla del Sur

El 5 de Agosto de 2011, la pintora Charo Olías fue nombrada Isleña del Año en un homenaje organizado por la Asociación de Amigos de Isla Cristina en Madrid, presidida por Begoña Bilbao.

Diversos medios de información cubrieron la noticia. Entre ellos, el períodico LA HIGUERITA de Isla Cristina (Huelva), dirigido por Rafael López Ortega, dedicó amplia información en su ejemplar del 15 de Agosto. ver información
Nuestro agradecimiento a las personas mencionadas por su estímulo y generosa crítica de las primeras publicaciones de Roque Bárcia Ediciones, y a quienes sus autores dedican el siguiente relato:

miércoles, 15 de junio de 2011

Recuerdo de una memoria olvidada


Roque Bárcia Ferraces de la Cueva, padre de Roque Bárcia Martí –en cuya memoria iniciamos estas páginas- se nos presenta en este libro que ahora publicamos, casi doscientos años después de que escribiera su “Pequeña memoria de grandes desaciertos sobre la Pesca”, base y fundamento de nuestro trabajo, humilde contribución para la difusión y reconocimiento a su visión anticipada de nuestro presente.
La naturaleza oceánica, fuente -en poco tiempo agotable, si no agotada- de progreso y felicidad de estos pueblos costeros, sociedad navegante en otrora seguras naves de laboriosidad y cultura –hoy también exhaustas- torpedeadas por el egoísmo consentido de quienes tuvieron ayer -y tienen hoy- la enorme y fallida responsabilidad de, entonces mantener su salud y hoy detener su agonía.
Sirva su lectura para que la reflexión y la cordura –escasas o ausentes durante doscientos años- corrijan pensamiento y conducta vergonzantes contra el Océano. Nuestros hijos –desheredados de un mundo mejor- nos lo exigen. Roque Bárcia Ferraces de la Cueva murió mientras lo defendía en adverso campo de batalla.
El reconocimiento -y el de las buenas gentes de la mar- a tan eximio personaje, con nuestro recuerdo de una memoria olvidada.
Antonio Carmona / Pablo Caballero


martes, 29 de marzo de 2011

Viaje por la Historia del Arte

VIAJE (SOÑADO) POR LA HISTORIA DEL ARTE
(de ISLA CRISTINA a LISBOA)
(JORNADA DE CLAUSURA DEL CURSO 2010-2011)

" Los alumnos del Aula Formativa de Historia del Arte, desarrollada admirablemente por nuestra profesora en esta disciplina y maestra en Pintura –Charo Olías-, nos proponemos realizar y asistir a la última sesión formativa del curso - último que impartirá- en la ciudad de Lisboa.
Allí, en el Museo Calouste Gulbenkian, nos recrearemos en las obras de grandes maestros de la Pintura: Van der Weyden, Frans Hals, Ruysdael, Rubens, Rembrandt, Francesco Guardi, Gainsborough, Corot, Millet, Fantin-Latour, Manet, Degas, Renoir, Monet... y con los comentarios apasionados -apasionantes- de Charo Olías.
Lienzos firmados por los maestros de la pintura europea, comentados por una gran maestra en la difusión de la cultura; última clase para escuchar, como tantas y tantas semanas, a la entrañable persona que, con pasión y sentimiento, con libertad y cercanía, con entusiasmo y constancia, nos ofreció su mano y su tiempo para que la acompañásemos por la historia del mundo fascinante de la Pintura.
Esta vez, los escasos medios con que ha contado para desarrollar su encomiable labor no serán necesarios. El amortizado proyector municipal de imágenes y sus diapositivas, milagrosamente conservado por ella, fiel compañero durante decenas de años en su valioso y altruista recorrido por los colegios de Isla Cristina y La Redondela y en el Aula de Historia del Arte, -al que hasta hoy tuvimos la fortuna de asistir- quedará –como el curso- también clausurado por nuestra maestra."
Hasta aquí el anuncio imaginado para una jornada soñada; realidad en los sentimientos y vivencias, ficción en el último escenario escogido para expresarlos y retenerlas...pero a veces- muchas veces- los sueños se cumplen.
Antonio Carmona / Pablo Caballero

Nuestro reconocimiento a Charo Olías por tan magnífica labor y agradecimiento por sus emotivas palabras de despedida, publicadas en el diario quincenal LA HIGUERITA.