“Quizás la semilla que aquí siembro no nazca hoy; pero muero seguro de que algún día nacerá. No faltará entonces un buen alma que diga ¡pobre hombre!” Roque Bárcia

jueves, 6 de enero de 2011

Joseph Faneca, primer poblador de Isla Cristina (la antigua Isla de la Higuerita)

  

        
                    Higuerita              Joseph Faneca   viudo 
       Relación que hago jurada para el
        pago de la Unica Contribución

         Ramo Real

                Tengo una chosa de paxa y caña la que
                linda por una par(te) con
                Franco Fornes y por
la otra Antonio Rodriguez . Soi de edad
       de cincuenta y dos años exercicio trabaxador
en sardina, con un hixo menor y lo firma
     en la Va.de la Redondela, en 26 de Febrero
              de 1771 años
Joseph Faneca
  
"...Como las compañías que traficaban en la salazón, luego que llegaba la Pascua de Navidad, se regresaban a sus países, quedaban las chozas desamparadas; y a su regreso en el mes de agosto siguiente, las hallaron casi destruidas con las incursiones de los ganados que pastaban en esta Isla, y tal vez de los pescadores y ganaderos que se servían de los juncos para el fuego. La necesidad obligó a repararlas, y aún a fabricar otras de nuevo por la concurrencia de nuevos interesados y de los trabajadores indispensables para las elaboraciones de la salazón y espicha.
   No era ya prudencia dejar enteramente abandonadas esta nueva colonia en los meses de la ausencia de los interesados a las invasiones de los ganados y pastores y mucho más cuando en las chozas se encerraban utensilios interesantes y de valor, y las reconvenciones que hacían a los ganaderos para que respetasen sus intereses eran enteramente desatendidas.
   Así resolvieron dejar a un guarda de entre ellos mismos para que custodiase sus chozas y efectos hasta su regreso en el verano siguiente.
   Quedóse con este objeto en el año de mil setecientos cincuenta y siete José Faneca natural de Mataró, quien había venido por primera vez agregado a una compañia..."
(Memoria sobre la fundación y progresos de la Real Isla de la Higuerita, escrita por  D. José Miravent en 1824).

    Ha transcurrido la Pascua de Navidad de 2010; transcurre hoy aquí, en Isla Cristina, como en medio mundo, la festividad de los Santos Reyes Magos.
    Hace doscientos cincuenta y tres años que Joseph Faneca, desde aquí también, vió alejarse los últimos galeones que llevaban a sus tripulaciones con rumbo costero hacia Levante y Cataluña; encuentros emocionados con sus familias y paisanos; relatos de marineros de las, quizá exageradas, mil aventuras vividas durante tantos meses de ausencia.
Mientras tanto, Joseph, inmerso en su voluntario retiro en la Isla, recogía los primeros frutos de su decisión, en forma de inmensa soledad y con el color de la nostalgia incipiente.
    Allí, en la oscuridad de la noche, rasgada por algún grito animal aislado, mojada-aunque no llueva- y siempre arropada por la voz del Océano tan inmediato, ¿Qué pensamientos cruzarían por la cabeza de Joseph? ¿Qué le llevaría a tomar su arriesgada decisión? ¿Cómo trascurrirían sus –sin duda, cada vez más interminables- días y noches, hasta avistar, en el lejano mes de Agosto, el velamen de la primera nave presta a extraer las riquezas de estos mares? ¿Qué noticias le traerían de su pueblo, de su familia los navegantes amigos? Muchas más preguntas podemos hacernos acerca de Joseph y su existencia en la Isla. Algunas podremos contestarlas en la evidencia de los documentos que salgan al encuentro en archivos reposados, otras sólo podrán encontrar respuesta en el inquieto mundo de la imaginación.
    Desde la distancia del tiempo transcurrido, que no del espacio que compartimos, desde tu misma Isla, Joseph, viudo ya, te imaginamos, catorce años después de que tomases la arriesgada decisión que marcó tu existencia y dio comienzo a la de esta Isla, habitada ya por otros que te siguieron en la aventura.
    Vuele nuestro cálido recuerdo en esta fría noche hasta tu choza de juncos y paja  y -ojalá-  que ese hijo menor que te acompaña, pudiera compartir con el Niño Dios, además de sencillo aposento, el amor de la madre y los mejores presentes que su fantasía crease.

                                               Antonio Carmona/Pablo Caballero

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